Monday, June 04, 2007

La Suerte de la Fea…

Contrario a lo que se piensa, la belleza y el amor no van de la mano.

Cuando un hombre o una mujer quieren conseguir pareja, a lo primero que recurren es a la pérdida de peso, a usar su mejor vestido y a todos esos truquillos que los hacen ver más bellos. Sin embargo, haciendo esto pueden estar logrando un efecto contrario al que quieren. Es una simple y sencilla verdad. Otro de esos resultados ineludibles de una de esas verdades innegables.

El modelo. Pensemos en algo no alejado de la realidad. Existen dos bellezas, la exterior y la interior. Y hagamos un supuesto común y evidente en el día a día: la belleza interior es la única relevante para efectos del enamoramiento. Vamos más lejos, la belleza exterior sólo sirve para lograr la atención de alguien, de ahí en adelante depende de uno, no de su apariencia, mantener la conversación y el interés.

Para una persona, cualquiera que sea su dotación de belleza interna o externa, la tolerancia hacia las actitudes que le molestan de su pareja es menor, en la medida en que pueda cambiar de pareja más fácilmente. Es decir, si consigues compañía fácilmente, cambiarás más fácilmente de compañía cada vez que no te guste algo de la que tienes.

Ahora supongamos que la belleza interna: la bonachonería, la jocosidad, la ternura y la inteligencia, están igualmente repartidas por el universo. Es decir: que de los bonitos y los feos, las mismas proporciones tienen o no belleza interna. Algo así como: si la mitad de los feos tienen belleza interna, la mitad de los bonitos también la tiene. Esto hace que, dada una relación, en promedio a los bonitos les dure menos. Pues aunque tienen la misma probabilidad de ser bellos interiormente que los feos, tienen menos disposición para ‘soportar’ las cosas que les molestan de su pareja. Pues la probabilidad de cuadre nuevo depende de qué tanto llame la atención y de qué tanto pueda mantener el interés.

En últimas, esto último es una modificación de los modelos de salarios de eficiencia. En un mundo con pleno empleo, el incentivo a esforzarse en el trabajo es menor, si no inexistente. Este efecto se evita porque los empresarios pagan un salario mayor al de equilibrio, lo que hace que la demanda laboral sea menor, se de desempleo y exista una penalidad por ser despedido (el desempleo mismo).

Repitiendo el párrafo anterior para relaciones. En últimas, esto último es una modificación de los modelos de salarios de eficiencia. En un mundo donde todo el que termina se cuadra inmediatamente, el incentivo a luchar por una relación es menor, si no inexistente. Este efecto se evita porque las personas dan más de lo que deberían en una relación, lo que hace que la cantidad de personas dispuestas a cuadrarse sea menor, haya solteros y exista una penalidad por no ser buen novio o novia (la soltería misma).

Así que en un mundo donde una persona al terminar con su pareja actual dure mucho tiempo soltera, el esfuerzo por mantener la relación será mayor y por lo tanto la relación durará más. Sin embargo, como es apenas obvio, los bonitos pueden conseguir pareja más fácilmente, lo que hace que la penalidad por ser mal novio o novia sea menor. De aquí que luchen menos por sus relaciones, terminen más y sus noviazgos duren menos.

En últimas, si el aporte de felicidad de una relación es proporcional al tiempo de duración (por mayor conocimiento de la pareja, confianza y demás), los bonitos son en promedio más infelices que los feos. Y de paso más solitarios. Qué desconsuelo. ¡Y saber que gastamos un porcentaje creciente de nuestra renta en productos de belleza!
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