Thursday, October 18, 2007

¿Mojigatería o Técnica?

Parece ser que la mojigatería no es más que una técnica. No es otra cosa que la expresión de los intereses afectivos del ser humano.
Una tarde de domingo estaba hablando con una amiga. El tema de conversación era la durabilidad de las relaciones y los mecanismos para maximizar la probabilidad de que esas relaciones fueran duraderas. Al final nunca nos pusimos de acuerdo, pero salieron dos interesantes modelos que explico a continuación. Les dejo a ustedes sacar sus propias conclusiones.

El primer modelo, bastante más optimista sobre la condición humana que el otro, suponía dos grupos de personas. Aquellas dispuestas a tener una relación seria con usted, y aquellas que no. Dentro del grupo de las que no, se encuentran algunas sobre las que usted ejerce algún tipo de atracción. Al final, son esas últimas personas las que terminan haciendo de las relaciones algo difícil, algo inestable. Un constante hit and run.

Sin embargo siempre existe la posibilidad, aunque menor, de que el o la nueva pretendiente, pertenezca al primer grupo. De tal forma que usted siempre está dispuesto a apostar. Siempre esta dispuesto a darse otra oportunidad.

De este sencillo modelo se derivan dos puntos importantes. El primero, que además de ser conclusión es supuesto, es que el mundo no es tan malo como uno cree. Siempre hay gente dispuesta a apostar y siempre hay gente con la que vale la pena apostar. El segundo, es que no importa qué haga usted ni cual sea su estrategia. Si la persona con la que está saliendo pertenece al primer grupo y los dos logran entenderse, los chances de una relación estable son altos.

El segundo modelo es mucho más sombrío que el anterior. Es más turbulento. Menos humano. O más, dirían algunos. Este modelo parte de la idea de que hay un solo grupo de personas en la Tierra. Un grupo comparable al segundo de nuestro modelo optimista. Un grupo donde el interés en tener una relación estable es nulo. Un grupo donde lo único que mueve los atisbos de relación, es la atracción que alguien sienta por otra persona. Nada de intereses de largo plazo. El corto plazo, el cortísimo plazo, está a la orden del día.

Bajo este modelo, la explicación de porqué existen relaciones estables viene de la siguiente forma. Las relaciones estables se presentan cuando se crean lazos afectivos. Como todo el mundo está jugándole al cortísimo plazo, y en el cortísimo plazo la posibilidad de crear lazos afectivos es muy reducida, la única estrategia estable en el tiempo y ganadora, es hacer caso omiso de sus propios intereses. Es decir, olvidarse de que uno lo que quiere es el cortísimo plazo, y hacerse el loco, obligando a la otra persona a que, en busca de sus intereses inmediatos, le dedique el tiempo suficiente para generar lazos afectivos (o para destruirlos, hay cada tipo de gente).

Al final ambos modelos explican perfectamente la evidencia, es más, ambos concluyen, en términos de hechos, lo mismo. Hay relaciones estables y esas relaciones son difíciles de encontrar. Como las diferencias de los modelos parten de las diferentes concepciones humanas (bondad, autointerés, sinceridad), las implicaciones sobre las estrategias son diferentes.

En el primer modelo se enmarca perfectamente la estrategia descrita por esa frase que dice: “no busque, eso le llega,” detrás de eso está la idea de que eventualmente usted da con alguien del grupo bonachón. En el segundo modelo se enmarca la estrategia más vista entre las mujeres: “hay que hacerse la difícil,” pues con esto logran incentivar una mayor dedicación de tiempo por parte de sus eventuales pretendientes, y en ese tiempo generan lazos.

La evidencia. Bueno, aquí no puede uno decir nada que no sea prejuicio. Pero si me preguntan el mío, parece ser que las niñas que se hacen las difíciles tienen mayores chances de tener relaciones estables que las que no. Parece ser que incluso, tienen más chances que la gente que se sienta a esperar que le llegue, porque eso, buscándolo, no es. Al final, parece ser que tanta mojigatería no es más que una técnica. No es otra cosa que la expresión de los más altos y bajos intereses del ser humano.
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