Wednesday, February 28, 2007

Que Viva el Circo

Minagricultura: “Si es tan valiente, quédese a debatir senador; si es tan valiente, quédese (...) es que así actúan ustedes, tiran la piedra y salen corriendo (...) si es tan democrático su Polo, quédese”

La admirable capacidad colombiana de reírse de sus tragedias tiene raíces exóticas, siempre que nos ocurre alguna desventura los colombianos armamos un chiste de ella. Convertimos todo en circo. ¡El circo vende! Como dicen las profesoras de primaria: Nos gusta creer que estamos en una plaza de mercado.

Y es que nos encanta ver verduleros, nos divierte serlo y, en la medida de lo posible, sacamos ganancia de ello. Sacan ganancia los políticos, quienes por alguna exótica razón reciben réditos electorales proporcionales a lo soez de sus intervenciones. Sacan ganancia los medios de comunicación, pues entre más amarillistas sean sus noticias más pauta y ejemplares venden. Sacan ganancia los colombianos comunes y corrientes divirtiéndose con las barbaridades que ven en los medios.

Lo que es peor de todo: nadie se escandaliza. A los colombianos, que nos encanta indignarnos por cuanta noticia mala existe en el mundo, no nos indigna la hamponada ni la chabacanería de nuestros líderes. Si alguna vez usted ha oído decir que los colombianos tenemos mentes cortoplacistas, déle total crédito a sus oídos, pero sobre todo a quien se lo dice. No de otra forma se puede explicar tanta apetencia por la vulgaridad de nuestra vida nacional. Por eso no nos preocupan las reformas de largo plazo; por eso no nos importa el modelo de país que se implementa; por eso nos pasa, como la luz a través del cristal, los hallazgos de la academia; por eso nos encanta ser prácticos.

A los colombianos nos divierten los personajes que exacerban el odio y la vísceralidad. Debe ser por eso que ese programa de “Laura en América” era tan bien recibido en nuestros hogares, incluso en los de mayores ingresos y nivel de educación.

Es por eso que la mayor noticia de la semana, la más comentada, es el vergonzoso enfrentamiento entre el incendiario senador Jorge Robledo y nuestro sulfúrico Ministro de Agricultura. En la discusión sobre el TLC con EU el senador Robledo decidió increpar al senador William Montes por presidir las sesiones habiendo sido uno de los participantes del Acuerdo de Ralito.

En ese momento, el poco carismático ministro Arias ‘argumentaba’: “Si es tan valiente, quédese a debatir senador; si es tan valiente, quédese que tenemos varias cosas que decirles (...) es que así actúan ustedes, tiran la piedra y salen corriendo (...) si es tan democrático su Polo, quédese”. A estas alturas uno sólo puede esperar que Arias saque la ‘pata de cabra’, que se deje el bigote chiquito, se haga el corte conocido como ‘el siete’ y compre una casa en San Javier, un barrio popular de Medellín. De Robledo no hay que esperar nada, ya lo hemos visto en acción, incendiando y corriendo. Armando líos en los que después, los más afectados, son los colombianos pobres que tanto dice defender.

Siguiendo con nuestra querida “Laura en América”, falta ver si Arias empieza a decir que lo que se debe hacer con el programa AIS es regalar carritos sanducheros a los afectados por el TLC y dar golpizas a los opositores del Gobierno en TV nacional. Los colombianos estamos tan entretenidos con el circo que armamos, que de aquí a un año haremos desaparecer la burbuja económica en la que estamos. Ya la bolsa empezó a reaccionar con un empujoncito de China y nosotros ayudamos armando una crisis política basada en la correcta operación de la justicia.

¡Que viva el circo! Una caída económica cada cinco años no le hace daño a nadie. ¡Que viva! ¡Volvamos a niveles de pobreza mayores al 50%! ¡Que caiga la afiliación al Sistema General de Seguridad Social! ¡Que haya más desempleo, que al parecer nos hace falta! Amo esto, el comportamiento de algunos políticos nos garantiza a los otros tener trabajo relativamente bien pagado por varias décadas.

Es adorable ver como nos reproducimos quienes nos dedicamos a ese, a veces desagradecido, oficio de generar políticas. Cada vez que el país empieza a asomar la cabeza, al ver que nuestro trabajo empieza a ser inocuo, decidimos prenderle fuego a la casa y de paso hacer aquelarres en los que nos repartimos los puestos y comisiones de la misión de… ¿Racionalización del Gasto?… ¿Pobreza? o cualquier cosa que se invente alguna agencia multilateral.

Lo mejor de todo es que esos recursos de apoyo de las multilaterales, ya sean créditos o donaciones, llegan a los bolsillos más necesitados. ¡A los nuestros! (es que con esas tarjetas de crédito gold tendría que ser uno muy loco si no creyera que los ingresos de los políticos constituyen gasto social). Siempre la plata que nos dan para arreglar las embarradas nuestras termina, como debe ser en un país justo y equitativo, aceitando la economía que se da entre las calles 69A y 127, y la carrera 2 este y la autopista, en Bogotá.

Es delirante la idea de que algún día les podré decir a mis nietos que de vez en cuando, si quería un apartamento más grande, iba a insultar a un congresista. De tal forma que los inversionistas se asustaran, la gente se empobreciera y el gobierno me ofreciera trabajo por medio de alguna consultoría bien pagada o algún cargo público de alto nivel.

Esto es lo que una amiga llama demagogia académica para recibir ingresos. Ejemplos hay miles, no hay sino que leer el documento de Fedesarrollo en que defienden a capa y espada el proyecto de reforma al Sistema General de Participaciones. O a los anteriores críticos del Gobierno, escribiendo sobre sus virtudes en periódicos de amplia circulación nacional.

Y esa es la gente que elegimos para que nos represente. Esa es la gente que elegimos para que mejore nuestro nivel de vida. Para que nos de un futuro. Definitivamente todos y cada uno de los problemas de Colombia son culpa de todos y cada uno de los colombianos. ¡Sigamos con el circo!

2 comments:

dfw said...

Simplemente excelente y acertado.

Anonymous said...

Texto fuerte y negro para nuestra realidad absurda.

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